Internet está que arde. Desde que ayer saltara la noticia del cierre de MegaUpload y el arresto de algunos de sus propietarios, las noticias vuelan a la velocidad de la luz… y según lo que uno lea o escuche, puede encontrar testimonios que van desde la indignación a la mayor de las aprobaciones.
Yo me confieso indignado… y os diré por qué.
Lo primero que me indigna es el transfondo de todo esto. Lo que en realidad me indigna del cierre de MegaUpload es la constatación de el tipo de mundo y sociedad que padecemos… una sociedad en la que ya poco importa la justicia, los derechos fundamentales o la verdad, sino el dinero por el dinero…
Algunas consideraciones previas
Vaya por delante que soy fiel defensor de la protección de los derechos intelectuales sobre las obras.
Si queremos aspirar a una sociedad más sana, libre y justa, es necesario articular los métodos y sistemas necesarios para garantizar que los derechos de propiedad intelectual se respeten. Hay gente que quiere vivir de su trabajo, de su música, de sus diseños, de sus fotografías… es un derecho legítimo que se les permita defenderse de aquellos que les impiden de forma deshonesta hacerlo.
No está bien copiar, plagiar, revender o alterar el trabajo de nadie sin su consentimiento… siempre y cuando se perjudique al autor (este detalle es el que marca la diferencia).
Ahora bien, por encima de los derechos particulares de alguien, siempre han de estar los derechos universales del resto.
Ésto, en mi opinión, implica que los derechos de información, libertad de expresión, acceso a la cultura y colaboración están muy por encima de los derechos de propiedad intelectual.
Podéis estar de acuerdo conmigo o no en esto (y el debate será bienvenido en los comentarios), pero es necesario que al menos lo entendáis para comprender el resto del post. ;)
El derecho de los creadores frente al derecho de los consumidores
Antes decía que hay gente que quiere vivir de su trabajo, sin embargo esto no implica que el resto tengamos la obligación de sufragar el coste de ello.
Es decir, y por poner un ejemplo concreto, a mi me encantaría vivir sólo de mantener mi web y mi blog. Es un deseo totalmente legítimo. Me encantaría dedicar horas y horas al día para hacer tutoriales de gimp , informar sobre noticias de diseño gráfico , diseño web , software libre y linux … pero que tenga derecho a querer hacerlo no implica, en ningún caso, que pueda (tengo que trabajar para vivir), ni mucho menos que nadie tenga la obligación de hacer nada para que yo logre ese objetivo personal, por muy loable que éste sea.
Mucho menos, si eso implica que alguien deba hacer algo que va en contra de si mismo (como pagar un impuesto, un cánon o ver limitados sus derechos fundamentales ).
Hay muchas personas que creen profundamente que para que ellos puedan seguir escribiendo, diseñando, cantando, rodando o componiendo es necesario que se les pague y es obligación de los gobiernos articular las leyes necesarias para que reciban dinero por ello. Yo creo que están muy equivocados.
Por poner otro ejemplo concreto, es ridículo que un profesor tenga que pedir permiso alguno para usar cualesquiera contenidos de mi sitio web con el fin de enseñar a sus alumnos. Por mucho que me pudiera llegar a molestar, creo que está por encima de mi derecho de propiedad intelectual el derecho a la educación de los niños. Y si algún profesor usa mis materiales (como de hecho muchos han tenido el detalle de comunicarme) para enseñar a sus alumnos a manejar Gimp o Linux, no debería tener que pedirme permiso para ello.
Ahora bien, y esto también lo considero un derecho fundamental, no debería ser legítimo que se atribuyera el mérito de mi trabajo. Ahí justo es donde yo colóco el límite entre los derechos de los creadores y los consumidores.
Cosa bien distinta es que alguien emplee mis obras a beneficio propio y no de una colectividad (para atribuirse su autoría, para venderlas, para modificarlas sin permiso, etc.). Aquí es fácil ver que no se puede considerar un derecho fundamental de la persona el atribuirse la autoría de obras ajenas, realizar actividad económica en base al trabajo de terceros sin su consentimiento, etc.
Todo este asunto, y en general todo en esta vida, ha de analizarse usando una escala de valores lógica. Y esto es lo que está en juego aquí.
Qué está pasando realmente con el caso MegaUpload
Lo que ha pasado con el caso MegaUpload es que, tratando de justificarse sobre la defensa de intereses particulares, creo que se están lesionando gravemente los derechos de la colectividad.
Es cierto que MegaUpload era usado para la compartición de archivos protegidos, como películas, series, libros, discos de música, etc.
Seguramente sea cierto que muchos de esos archivos eran subidos por personas que luego los empleaban para obtener algún rédito económico. La propia MegaUpload cobraba por las cuentas premium y por la publicidad.
Pero hay mucha gente que empleaba MegaUpload para subir SUS archivos PERSONALES. Gente que subía sus fotos, sus documentos de trabajo para compartirlos (porque enviarlos por correo era imposible, dado el tamaño de éstos), sus copias de seguridad o sus vídeos, discos, libros y películas adquiridas legítimamente.
Si alguien hace algo ilegal, ha de actuarse contra ese alguien y siempre que se demuestre su culpabilidad de forma legítima.
Ahora bien, el cierre de MegaUpload implica que, para proteger los derechos de propiedad intelectual de unos pocos (derechos legítimos) se lesionan:
- El derecho a la presunción de inocencia
- El derecho a la privacidad
- El derecho a la libertad de expresión y comunicación
Hay millones de usuarios de todo el mundo que han visto perjudicados varios de sus derechos fundamentales y su legítimo derecho al acceso a sus archivos, porque “alguien” a determinado que todos son culpables de lesionar el derecho a la propiedad intelectual de una minoría.
Eso, exactamente eso, es lo que ha pasado. Y aunque habrá mucha gente indignada por no poder descargar el último capítulo de su serie preferida o haber perdido el dinero que gastaron en su cuenta premium, es mucho más importante el problema de haber visto lesionados derechos fundamentales básicos.
Algunas conclusiones básicas y esenciales
La primera conclusión es que este es el mundo que tenemos. En EEUU con las leyes SOPA y PIPA, en España con la Ley Sinde, y en otros muchos países con otras leyes, el resultado es el mismo: da igual lo que hagas o dejes de hacer, los poderes económicos establecidos están por encima de la ley y articularán ésta para acabar con cualquier obstáculo que se interponga en sus objetivos…
…aunque ello suponga colocar los derechos particulares por encima de los derechos esenciales de las personas… y convencer a éstas de que eso es lo que está bien.
Otra conclusión es que, una vez más, se demuestra que los servicios en la “nube” son muy útiles, pero entrañan muchos riesgos.
Los servicios en la “nube” permiten tener acceso a tus datos “en cualquier sitio y a cualquier hora” y muchos de ellos “asegurándote privacidad”.
La caída de Amazón este verano o el caso de MegaUpload son una demostración palpable de que ésto no es cierto. La privacidad y la disponibilidad sufren también sus riesgos cuando se confía en la “nube” (tal vez menos riesgo que otras soluciones, pero también riesgos más elevados).
La tercera conclusión se refleja en el trato y el papel que están jugando los medios de comunicación en todo este asunto.
Muchos se han posicionado abiertamente a favor del cierre de MegaUpload… y muchos otros se “han visto obligados” a tratar el tema dada la gran repercusión que está teniendo en Internet.
Esta mañana, por ejemplo, escuchando Herrera en la Onda (en Onda Cero), se podía palpar el patético papel que jugaban los contertulios y el propio Herrera ante sus radiooyentes.
En primer lugar, era más que patente el desconocimiento total del tema por su parte. Dominan ciertos dogmas propios de su industria, pero ninguno entendía correctamente (ni mucho menos había usado) el servicio MegaUpload ni ninguno similar.
Mientras que ellos se afanaban por justificar la protección al ultranza de los derechos de propiedad intelectual con razonamientos poco elaborados (como que si no se paga a los autores, nadie querrá crear nada), las llamadas entrantes de los oyentes hablaban justo de lo contrario, de lo grave que es anteponer esos derechos a los derechos fundamentales de las personas. Imagino que habrán recibido centenares de llamadas y correos en la misma línea, pero no habrán querido profundizar en el tema.
Es de reconocer que han tenido el detalle de entrevistar a Victor Domingo, el presidente de La Asociación de Internautas, pero lejos de centrar el debate en lo esencial (la vulneración de derechos básicos) han tratado de rebatir las opiniones de Domingo llevando el tema a la defensa de los derechos de autor.
Los medios son, junto con los políticos y la industria de los contenidos, parte del problema.
La conclusión final y no por ello menos importante es que lo que realmente está pasando aquí es que hay una gente que está sabiendo sacar beneficio y hacer negocio en base a prestar servicios que otros se niegan a dar.
La industria de contenidos podría crear mañana su propio MegaUpload o incluso comprar el original. Seguir dando servicio y ganar muchísimo dinero con ello.
Podrían crear cientos de miles de servicios en base a los contenidos que ellos ya tienen… y sin embargo no lo hacen.
A los períodicos “les jode” que existan blogs y redes sociales, porque siempre hay alguien que informa más pronto, más directamente y mejor que ellos…
A los estudios de cine “les jode” que exista The Pirate Bay, porque no pueden controlar quiénes ni cómo ven sus películas, ni pueden controlar cuándo se estrena, ni qué calidad de audio ofrecerán…
A las editoriales “les jode” que exista El Último Libro, porque ellos quieren cobrar 20 euros por un pdf que cuesta copiar y enviar 0 euros…
A las televisiones “les jode” que exista Seriesyonkis y Subtítulos.es, porque quieren que veas sus series cuando ellos quieran, como ellos quieran y en el idioma que ellos deseen… quieren comprar los derechos de emisión de una serie en su país cuando ya esté garantizado su éxito antes en otros…
Y a las discográficas (y a algunos artistas) “les jode” que la gente no quiera pagar por un CD (que ya casi nadie usa) con un montón de canciones cuando sólo te gustan una o dos. “Les jode” tener que hacer kilómetros en autobús y “trabajar” de verdad para tocar delante de sus fans, cuando es más cómodo estar tranquilo en casa…
Ninguno de ellos ha reparado en que a la gente, a toda la gente, “le jode” que la tomen por tonta…
La gente queremos acceder a contenido de calidad cuanto antes y de forma cómoda, queremos ver las series cuanto antes, en el idioma que más nos guste, con los subtítulos bien hechos.
La gente queremos escuchar la música que nos gusta y acudir a los conciertos para que nuestro artista favorito la toque para nosotros.
La gente queremos ver películas, pero no queremos gastar el sueldo de todo un día para pagar la entrada de un cine con una calidad peor que la de la pantalla que tenemos en casa, con un tonto que no para de hablar durante toda la sesión y ver una película que es más mala que un dolor y que en el trailer parecía que era digna de 8 oscars (y de la que no podemos reclamar el dinero gastado por fraude o defecto del producto).
La gente queremos leer libros de la forma más cómoda posible, en el ordenador, en el tablet, en el lector de libros digital. Y queremos poder acceder a cualquier libro, aunque esté descatalogado, no sólo a los “best sellers” que las editoriales se empeñan en venderte a empujones.
Hay veces que la gente sólo queremos ojear por encima un libro o guardar un manual por si algún día lo necesitamos, pero no queremos tener que pagar por algo que no vamos a usar…
Y, por supuesto, la gente queremos COMPARTIR. Queremos poder copiarle a nuestra hermana ese libro tan chulo que acabamos de leer; queremos poder ver esa serie tan divertida con nuestra novia o recomendar un nuevo grupo a nuestros amigos… y no vemos nada malo en ello, aunque la mayoría de nosotros nos disgustamos bastante cuando vemos que alguien gana dinero copiando y perjudicando a los creadores y artistas. Nos quieren convencer de que compartir es malo pese a que la sabemos que no lo es…
Y mientras que la gente no quiera consumir lo que la industria de contenidos produce del modo en que éstos quieren, siempre habrá otros que estén dispuestos a ofrecer lo que la gente quiere… (¡Incluso sin cobrar por ello!) aun a riesgo de que el FBI entre de golpe en sus casas y oficinas, apaguen su ordenador y se los lleve esposados…
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